Leizsa siempre ha vivido en Sharn, pero no siempre ha vivido tan abajo. Leizsa nació en el seno de una gran familia de artífices, muy destacados y brillantes, la familia Ledesnu. Ella siempre se había sentido distinta. Le apetecía más comprobar de qué maneras podía hacer explotar los artefactos que cómo hacerlos más eficientes, y eso nunca le gustó a su familia. Sus padres la querían y cuidaban de ella, tratando de llevarla por el camino correcto, pero siendo la 3ª hija de 5, estos no podían dedicarle todo el tiempo que necesitaba.
Cuando acabó el colegio, sus padres la matricularon, al igual que a sus hermanos mayores, en “Las Nubes”, un colegio privado y elitista ubicado en La Vía Celeste. Allí esperaban que Leizsa se centrase y encontrase por fin su vocación, y realmente hizo ambas cosas. Solo que para disgusto y vergüenza de su familia se enfocó en la investigación de reactivos químicos y encontró su vocación, la alquimia. Sus padres se sintieron muy decepcionados cuando Leizsa rechazó la formación de artífice y se saltaba todas las clases, menos la de alquimia, claro. Pocos meses después del comienzo de curso tuvieron que sacarla de Las Nubes antes de que la expulsaran por absentismo.
Tras sacarla del instituto privado, la matricularon en un buen colegio público de Menthis superior, esperando que al menos acabase la educación formal, pero ni eso salió cómo sus padres esperaban. Leizsa pasó un par de cursos sin estudiar absolutamente nada, al fin y al cabo era prácticamente superdotada, pero nada le motivaba para esforzarse. Todo cambió para Leizsa en el cuarto y último curso, pues conoció a la peor influencia posible, prácticamente su alma gemela. Una repetidora llamada Ethya, perteneciente a una casa burguesa de mercaderes con un linaje tan antiguo como Sharn.
Ethya era, al igual que Leizsa, la oveja negra de su familia. Ethya la inició en las drogas y entonces todo cambió para Leizsa. Entendió que su antigua pasión por la alquimia se podía aplicar a este nuevo frenesí de sensaciones que era aspirar humo, y empezó a investigar cómo mejorarlo. Usando los laboratorios de la escuela comenzó a fabricar su propia receta, el “Humo Arcoíris”, y la distribuyó por un módico precio entre toda la población estudiantil interesada.
La escuela no tardó en pillar a Leizsa infraganti y esta vez sí que fue expulsada. La vergüenza llenó los ojos de su madre de lágrimas, paró el corazón de su padre, que sufrió un infarto por el que casi muere, y llenó la boca de su hermano mayor de improperios e insultos. Leizsa huyó esa noche de casa y jamás volvió. Leizsa empezó a buscar a quién vender su “humo arcoíris” y se topó con un miembro del Clan Boromar, quien asombrado por la calidad de su “receta” le presentó a Castar y este la admitió en la Familia. En esos primeros, años cómo “alquimista remunerada”, Leizsa conoció a Morr, quien primero fue su cliente y al entrar este también en los Boromar, acabaría siendo su amigo y su capitán.
Actualmente, Leizsa distribuye multitud de “recetas” a toda la red de camellos de los Boromar, mientras amasa una pequeña fortuna. Además, sigue obsesionada por descifrar “La fórmula” y hacer que funcione, trabajando sin descanso para conseguirlo. ¿Que cómo consiguió “La fórmula”? ¿No lo he dicho ya? Leizsa la descubrió en una carta que le “escribió un amigo” cómo última voluntad, donde la retaba a terminar su investigación… O eso cuenta ella siempre.